SIETE CASAS EN FRANCIA
Bernardo Atxaga. Alfaguara, 2009.
No había
leído nada de éste autor aunque no me era desconocido del todo ya que había
leído comentarios sobre la novela Obabakoak
en la que se basa la película Obaba y
que en su día fue Premio Nacional de Narrativa en 1989 y Premio de la Crítica
2003. Autor además de El hijo del
acordeonista, que terminará n mis manos próximamente, cuando desatasque la
estantería de libros por leer; varias
novelas más y de alguna colección de poesías siempre escritos en euskera y
editadas en Alfaguara. Por cierto y haciendo las cosas medio bien, nacido en
Asteasu, Guipuzkoa en 1951.
El Congo Belga,
año 1903 y Chrysostome Liège llega al destacamento de La Force Publique a
orillas del río Congo en Yangambi y tal como nos cuenta Atxaga: ‘No era exactamente el último lugar del
mundo, porque, como se decía en la Force Publique, tal honor correspondía a
Kisangani, situado a unos doscientos kilómetros río arriba; pero estaba
ciertamente lejos de cualquier lugar conocido’.
Las posesiones, y nunca mejor dicho, Belgas en el África
Central o Ecuatorial son ricas en caucho, maderas exóticas, marfil y con el
tiempo lo serán de diamantes y del mineral ese que hay en los teléfonos móviles
, el koltran, y por los que se siguen cometiendo las mismas atrocidades desde
la época de Leopoldo II, el rey de los belgas y he aquí la curiosidad,
propietario personal de los territorios del Congo, por lo que se convirtió en
multimillonario moliendo a palos a los indígenas, esclavizándolos e instaurando
un régimen represivo brutal en el que no faltan las amputaciones o ejecuciones
sin juicio y en el que el sistema productivo para la extracción del caucho se
basa en cuotas de producción de las que los colonos y militares tienen un porcentaje
de las mismas.
Con ésta base, Atxaga nos narra las peripecias de un
destacamento dirigido por un comandante poeta sometido a una mujer insaciable
económicamente, unos oficiales inmersos
en locuras personales en el que personajes como Chrysostome, un sirviente
aborigen y una bella nativa dan el contrapunto humano a una historia que si no
fuese por el tratamiento semi-humorístico que le da el autor sería totalmente
inhumana por la frialdad en la que se conducen los autores de todo tipo de
fechorías no sólo con los nativos, si no entre ellos mismos, paisanos todos de
la Bélgica colonial. Pienso que no usa metáforas ya que todo queda explícito,
pero no usa elementos escabrosos y usa es tono irónico para tejer un telón de
fondo sin más preocupación que lo que ocurrió, pasó hace más de cien años y que
ya no tiene remedio. Por mucho que esa zona descolonizada siga siendo el
sumidero de la humanidad guerra tras guerra.
Siete casas en Francia es una novela totalmente
recomendable y su lectura se nos hace amena gracias a la prosa fluida de
Bernardo Atxaga y que ya al principio comenté que en breve pasaré a leer otro
de sus libros.